Ha vuelto a la atención pública el proyecto Monterrey VI: 47 mil millones de pesos que los nuevoleoneses pagaremos a lo largo de 30 años.
El tema tiene muchos ángulos y desde todos se ve mal.
Desde la óptica ecológica, hay señales de que estamos ante un inminente ecocidio.
Traer agua de un afluente del Pánuco no sólo acarreará funestas consecuencias para aquella cuenca, sino que contaminará la nuestra con sustancias para las que nuestras potabilizadoras no están equipadas.
Se dejan de lado todas las medidas que podrían tomarse en nuestra cuenca.
Desde el año 2000 ya estaba trazado un Sistema Integral de Manejo de Aguas Pluviales (SIMAP), cuyo propósito era aumentar la infiltración de agua y reducir los daños que causa.
Adicionalmente, no se han promovido el uso de inodoros ahorradores y el de aguas grises para riego. Olvidamos los aljibes y colectores de agua de lluvia. ¿Y qué decir del 28 por ciento de agua que se pierde en las cuentas de Agua y Drenaje?
Son cientos de obras y medidas benéficas, aunque no tan lucidoras y jugosas como el faraónico Monterrey VI.
Desde el ángulo técnico, el proyecto está cojo y muy probablemente luego se nos dará la sorpresa de que se requieren más recursos y más deuda para que funcione.
Traer el agua hasta la Presa Cerro Prieto no tiene sentido si no hay capacidad para conducirla de ahí al área metropolitana y potabilizarla.
En cuanto a transparencia y rendición de cuentas, el asunto arrastra una estela de opacidad que lo envuelve en dudas.
Basta escribir "Monterrey VI" en el buscador de la página de internet del Congreso local para ver la cantidad de solicitudes de información y exhortos sin respuesta que ha habido al respecto.
La asignación misma a un único concursante después de descalificar "por razones técnicas" a los demás está fuera de orden y da origen a sospechas.
Económica y financieramente, es evidente que una obra de esta magnitud debiera ser costeada en su gran mayoría por el Gobierno federal, como lo son muchas otras de esta envergadura en el País.
Siendo una obra sobre aguas de propiedad federal y que afecta a cuatro Estados, es ruinoso e injusto que el Estado asuma una carga de estas dimensiones y se la dejemos a las generaciones venideras, por encima de la megadeuda con la que ya cargamos.
Desde el ángulo jurídico, de acuerdo al Artículo 117-VIII de la Constitución General de la República, el Gobierno estatal y los municipales, incluidos sus organismos, sólo pueden contraer obligaciones o empréstitos "por los conceptos y hasta por los montos que las (legislaturas) fijen anualmente en los respectivos presupuestos".
En este caso, la Legislatura no sólo no aprobó este endeudamiento, sino que carece de la información del proyecto.
El año pasado el Congreso reformó la Ley de Asociaciones Público-Privadas del Estado para requerir la aprobación legislativa en casos como éste, pero el Gobernador Rodrigo Medina la vetó e impidió que la reforma entrara en vigor.
Es inaceptable por absurdo que obligaciones de esta dimensión no pasen por la revisión y aprobación del Congreso.
En lo político, es realmente increíble que un proyecto de esa trascendencia y magnitud se maneje sin participación de la población general.
En cualquier país medianamente civilizado habría consultas amplísimas con la comunidad para asegurar que se consideren todos los aspectos relevantes y se aprovechen al máximo los conocimientos de la propia comunidad, universidades o expertos, entre otros.
Por todo esto y mucho más, grupos de gente conocedora y preocupada por la comunidad ya han dado la voz de alarma: hay que detener este abuso.
Para lograrlo es necesaria la participación ciudadana organizada, la pieza faltante de nuestro rompecabezas político.
No mejoraremos cuando encontremos a un mesías que nos venga a salvar, sino cuando tomemos conciencia de que entre todos podemos salvarnos a nosotros mismos.
Necesitamos, como ciudadanos, involucrarnos y ser parte de los asuntos que nos afectan.
Yo estoy decidido a empujar en esa dirección, ¿y tú?
El autor es ex Gobernador del Estado, ex Secretario de Energía y ex Senador.