Cuando en 1596 don Diego de Montemayor y las doce familias que le acompañaban se establecieron en los alrededores de los ojos de agua de Santa Lucía, no sospechaban que estaban sembrando una semilla que con los siglos crecería hasta convertirse en la locomotora del desarrollo de México.
La grandeza de Nuevo León siempre ha estado en sus ciudadanos: es cuna de grandes empresarios y aloja en sus ciudades centenares de industrias. Cuenta con universidades de excelencia y hospitales del más alto nivel que reciben a pacientes de todas partes del mundo. Hay miles de hectáreas dedicadas a la agricultura y ganadería con calidad de exportación.
Esto ha sido posible porque los fundadores de nuestro estado y de sus industrias, universidades y empresas pensaron en grande y confiaron en su tierra y en su gente.
Desgraciadamente tenemos un gobierno al que le quedó grande Nuevo León: incapaz de atender las necesidades de los ciudadanos, sumió al estado en el abandono y permitió que la violencia nos robara la tranquilidad. Los nuevoleoneses no merecemos esto, queremos un cambio y no nos rendiremos.
¿Por qué no tener un gobierno que también piense en grande? Capaz, comprometido, trabajador, honesto, como los ciudadanos de Nuevo León.
Vamos a rescatar Nuevo León. Para pensar en grande necesitamos sólo algunas acciones pequeñas: la primera es decidir si queremos seguir por el camino de los partidos de siempre, o tomar el camino de los ciudadanos.
