Uno de los sellos distintivos del grupo gobernante de Jalisco ha sido su obsesión por aniquilar políticamente el proyecto de Enrique Alfaro. Conforme se acercan las elecciones de 2015, el PRI modifica su lista de precandidatos a la alcaldía prácticamente todos los días. El continuo y desesperado encarte y descarte de aspirantes obedece a la amplia ventaja que los tapatíos le dan a Alfaro en todas las encuestas.
Al nombre inicial de Arturo Zamora, le siguieron los de Mauricio Gudiño, Miguel Castro, Eduardo Almaguer, Ricardo Villanueva, Trino Padilla y Leobardo Alcalá. Por si fuera poco, el tricolor alienta las candidaturas por el partido Verde, de quien llamó bobos a quienes votaron por Alfaro, el diputado Enrique Aubry y la del PAN, a través de la figura de Alfonso Petersen.
Con excepción de Arturo Zamora, quien ante el mal trato que recibió de sus compañeros de gabinete optó por regresar al Senado, el resto de estos personajes públicamente han centrado sus declaraciones en afirmar que, en una eventual contienda con ellos como protagonistas, ganarían las elecciones al ex alcalde de Tlajomulco. Ni los priístas, ni sus colaboradores del Verde y del PAN han presentado una propuesta seria, ya no digamos un programa de cómo mejorar la calidad de vida de los tapatíos. En esta estrategia mediática, solamente se han dedicado a denostar al rival, y no han pensado en los ciudadanos, ni en los graves problemas que tiene Guadalajara.
El PRI, además de incurrir en el error de convertir su proceso de selección de candidato en una trivial pasarela de nombres y apellidos casi todos desconocidos y desconectados del grueso de los votantes, está provocando un desconcierto y confusión entre sus seguidores.
De nueva cuenta, ha retomado prácticas trasnochadas que parten desde las cúpulas y a ignorar la opinión y de hacer partícipe de las decisiones a lo único valioso que conserva: su base militante.
Llama la atención que el PRI mantenga intacta su misoginia endogámica. Del amplio repertorio que ha confeccionado el gobernador del Estado, no figura ninguna mujer, cuando varias de ellas llevan años de trabajo en colonias y barrios, como es el caso de Rocío Corona, a quien hace dos años obligaron a retirarse de la contienda con Ramiro Hernández, el de Ana Estela Durán y el de Claudia Delgadillo.