Cuentan que un joven muy elegante llegó en una camioneta igualmente elegante a la punta de un cerro donde un chivero mataba el tiempo mientras las chivas acababan con el poco pasto que había quedado después de las lluvias. El joven, muy elegante, dijo al chivero, sin mediar saludo: “—¿Si te digo cuántas chivas tienes, me das una?” El chivero aceptó el reto. “—Son exactamente 452”. Sin dudarlo el chivero le dijo, “—Tienes razón, escoge la que quieras”. Cuando el elegante estaba subiendo, con mucho trabajo, la chiva a su elegante camioneta, pues el muy gandaya escogió la más gorda, el chivero reviró. “—¿Si adivino tu profesión, me regresas mi chiva? Al elegante no le quedó de otra más que corresponder y aceptar el reto. “—Eres asesor”. “—Tienes razón, ¿cómo supiste?”, reviró el elegante. “—Muy fácil: alguien que se mete en lo que no le importa, te dice lo que ya sabes, y encima te cobra, no puede ser otra cosa que asesor”.
El tema de los asesores en el Gobierno del Estado se ha convertido en un punto de discusión y tensión pública a partir de las filtraciones de la existencia, o supuesta existencia, de un cuarto de guerra. Más allá de si es un fantasma o un monstruo, pues en realidad se trata de una interpretación electoral de lo que en principio es un gabinete de medios del gobernador, la pregunta de fondo es para qué sirve un grupo de estrategia de medios en un gobierno. La pregunta es pertinente simplemente porque se paga con nuestro dinero.
Si el grupo de estrategia sirve para orientar al gobernador sobre los temas mediáticos y generar estrategias de comunicación adecuadas, su función está plenamente justificada en un mundo donde la gobernanza pasa, entre otras cosas, por los medios. La pregunta en todo caso sería si son necesarias el número de personas que trabajan para ello o está, como en casi todas las áreas de gobierno, inflada la nómina. Si el grupo de estrategia trabaja ideando formas de golpear al enemigo político y de controlar a los comunicadores, como dice la oposición, el asunto en muy grave, pues se trata de un uso absolutamente indebido de los recursos públicos.
Pero más allá de esa discusión, que está impregnada de intereses políticos de ambos lados, la preocupación es el contenido de las asesorías. En su columna “Partidero” en la revista Proceso, Felipe Cobián consigna un documento que, de ser cierto, ameritaría que despidieran al autor o los autores por la cantidad de obviedades que reporta y, más aún, que le o les pidieran que regresaran el dinero que han cobrado en estos años por la cantidad de falsedades que consignan. Si ese es el nivel de asesoría que recibe el gobernador el asunto es preocupante.
Las unidades de asesores se han llenado de aquellos que no caben en la administración. Son pocos, contados con las manos, los asesores de ayuntamientos y gobiernos que realmente son expertos en alguna materia y menos aun los que son expertos en alguna materia estratégica para los gobiernos. Estos últimos son los únicos que deberían permitirse en una nómina gubernamental. Los demás que se dediquen a la grilla, que es lo que hacen, pero con su dinero y en su casa.