¿Qué le falta a México? Es una pregunta que me hago constantemente. Salgo a la calle y me doy cuenta que somos ricos en recursos naturales, tenemos un clima privilegiado para cualquier actividad, turística o de producción y, sobre todo, contamos con gente trabajadora, alegre, llena de creatividad. ¿Y entonces? ¿No era eso lo necesario para tener un país exitoso? ¿En qué momento perdimos un partido ganado?
La respuesta es simple: el problema que tiene nuestro país se llama corrupción. Ni el ecosistema más abundante, ni el clima más propenso ni la gente más valiosa aguantan años y años de saqueo de abusivos corruptos.
Nos acostumbramos a ver que los políticos se enriquecen de formas groseras. Se nos hizo normal que un Presidente tenga una casa con elevador y propiedades para vivir en una casa distinta cada mes, sin poder justificar de dónde salió todo eso. Pensamos que era común que las licitaciones fueran amañadas, que los impuestos pagaran las campañas y que la corrupción fuera una forma de vida. El PRI se esmeró en hacernos creer que las cosas así funcionaban mejor. “Nosotros robamos, pero dejamos robar” decían con orgullo, sin darse cuenta del tremendo daño que estaban haciéndole al país.
Por eso, combatir la corrupción no es solo un tema de dinero. Sacar a patadas a quien robe, a quien quiera lucrar con lo que es de todos, cambiaría la mentalidad del mexicano. Cuando metamos tras las rejas a los políticos corruptos, cuando veamos que ningún mexicano, por más influyente que sea, está por encima de la ley, la sociedad en su conjunto responderá igual.
No necesitamos soluciones mágicas ni descubrir el hilo negro. Hace unos días vino a nuestro ciudad un político ejemplar a recordárnoslo. Lo que se necesita es decisión. Pepe Mujica, Presidente de Uruguay, no ha destacado por la innovación de sus ideas o la modernidad que representa. Lo que el mundo entero le reconoce es algo tan sencillo de entender como complejo de encontrar: congruencia. “Yo no he hecho nada extraordinario. Lo único que hago es no robar y decir la verdad” dice Mujica y nos deja pensando.
México ya cambió. Los ciudadanos entendimos que estamos por encima de los políticos. Es momento de sacar para siempre a quienes creen que la corrupción y la impunidad es el camino, para dar pie a gobiernos y sociedades donde el común denominador sea el bien de nuestra gente. Empecemos en nosotros, sí. Pero no solamente en nuestras acciones individuales, sino de forma colectiva, exigiendo que el sistema político cambie. No hay nada más fuerte que una idea a la que le llegó su tiempo y este, este es el tiempo de nuestro país.