Autor:
Hugo Luna
Aunque 90 por ciento de la superficie del Estado se considera territorio rural, el campo vive una de las peores crisis de su historia. Una de las consecuencias que mejor explica este problema es que más de 80 por ciento de la población de Jalisco, vive en menos de 10 por ciento del territorio total.
En las últimas décadas ha habido un manejo deficiente de las políticas públicas que determinan los precios de productos como el maíz, el trigo y el sorgo. Además, instancias como la Secretaría de Desarrollo Rural (Seder) han reducido su presupuesto. De 2013 a 2014 la Seder pasó de contar con 759 millones en 2013 a 382 millones.
Los productores viven tal situación de vulnerabilidad que cuando ocurre un aumento en los precios de los productos del campo se produce en pocos meses una crisis para miles de personas. Esta situación está asfixiando al sector rural porque no está listo para iniciar otro ciclo agrícola o se carece de capital suficiente para trabajar la tierra.
Ante este panorama, los productores están entre la espada y la pared porque mientras productos como el aceite, la tortilla y los insumos para la siembra suben de precio, cada vez reciben menos por lo que producen. Una muestra de ello son los agricultores de maíz, a quienes se les redujo entre 30 y 40 por ciento el precio por tonelada en los últimos años.
A su condición precaria hay que sumar el abandono que sufren por parte de las autoridades y la falta de políticas públicas orientadas a desarrollar el sector. Pese a todo, Jalisco es líder en muchos sectores agropecuarios. Es el primer productor de leche, carne de cerdo y agave en el país. Municipios como Tecalitlán y La Barca, ocupan el primer lugar en la recolección de lima y la Costa de Jalisco es líder en producción de coco.
En los países de primer mundo, el sector primario representa uno de los principales impulsos de desarrollo y crecimiento.
DANOS TUS COMENTARIOS
¡Comenta, comparte tu opinión y continúa informándote de los artículos que te compartimos en Movimiento Ciudadano!