Desde hace tiempo la seguridad empezó a verse más como un asunto mediático que como uno humano. Empezó a privilegiarse el anuncio de la compra de más armamento, la detención de tal delincuente o el novedoso programa que se estaba implementando, por encima de la protección de la gente y el orden en la convivencia social. Y desde luego que no está mal equipar a las fuerzas preventivas y reactivas, detener a quien infrinja la ley y crear programas innovadores, pero mientras se piense que lo importante es el impacto en los medios de comunicación y no en la vida de las personas, seguiremos en el infierno.
La gestión de Peña Nieto también ha sido así, mediática, preocupada por el cascarón más que por el fondo de los asuntos. Y mientras siga siendo así, seguirá por el camino de la autodestrucción. Por si no le ha quedado claro a Peña, la sociedad ya no es la de antes. Creer que puede gobernar como el PRI hizo durante muchos años, tapándole el ojo a la gente, pero sin hacer mucho, ya no funcionará. Por más que quieran poner al Presidente Peña en cadena nacional, diciendo “Ayotzinapa Somos Todos” y anunciando unas medidas cosméticas, como la creación de una Línea 911, si no cambian de fondo su forma de gobernar, el país se les seguirá yendo de las manos.
Así que mejor yo le propongo no 10, sino 3 medidas reales de seguridad al Presidente Peña y a sus asesores:
- Ataque frontal a la corrupción. La mejor forma de hacer esto, es poniendo el ejemplo. No puedes pedirle al Policía que gana 7,000 pesos que no pida mordida, si tu Presidente que ganas 200,000 tienes una casa inexplicable conectada con una empresa constructora que tiene un contrato millonario del Gobierno. Así que el primer paso para dar muestra de que están contra la corrupción es eliminar de sus propias entrañas, cualquier olor a tranza que exista, empezando por su casa, para luego impregnar esa anticorrupción a todo el aparato gubernamental y social.
- Definición de estrategia de seguridad. Van 2 años de gobierno y aún no sabemos en qué consiste la estrategia de seguridad del Gobierno. Por lo menos con Felipe Calderón sabíamos que sería una guerra directa contra el Narcotráfico, pero ahora no se tiene claridad.
- Autocrítica. Me encantaría ver al Presidente reconociendo errores, hablando del mundo real, de los 23,000 desaparecidos, de los índices de homicidios desatados, del secuestro creciente y la extorsión diaria. Mientras siga escuchándolo decir que todo se ha hecho bien, pero saliendo a la calle y viendo como le roban a la señora de enfrente a plena luz del día, se me complicará creerle.
No se trata de soluciones mágicas ni ideas extraordinarias. Se trata de decisión. De dejar de hablar tanto y empezar a hacer que las cosas sucedan.