Si de algo sirve de ejemplo la Laguna de Cajititlán es de mala gestión, y no ambiental, sino política. Una comedia de errores que ni siquiera ahora, con un proceso electoral en puerta, han sabido aprovechar las distintas facciones políticas que pelean por el poder en el Estado.
A pesar de la muerte "súbita" -todas las muertes lo son, ¿no?- de cientos de miles de popochitas, no lo podríamos llamar el problema ecológico más urgente de Jalisco, pues el resto de la flora y fauna del cuerpo de agua parece no haber sido afectado... hasta el momento. Falta descubrir si ya hay tilapias con tres ojos o con pelo en lugar de escamas. Ni lo quieran los Santos Reyes, patronos del poblado.
Peor está, y con un pobre manejo, la llamada Cuenca El Ahogado. Y aún más, al grado de llamarse con todas las letras un desastre ambiental, es el caso del Río Santiago, con sus cataratas de espuma tóxica en El Salto de Juanacatlán como imagen imperecedera. Ahí sí se muere la gente, mientras los funcionarios estatales señalan a sus oponentes partidarios con dedo flamígero y los delegados federales duermen el sueño de los injustos.
Lo dicho: en Caji se presenta un ejemplo estelar de mala gestión política. Un mal manejo de la información y otro, pésimo, de los tiempos.
Para empezar, no es la primera defunción masiva de los minúsculos peces. Ni siquiera la segunda. Desde un principio, y a falta de mayor interés por parte de las autoridades estatales y federales, el Municipio debió investigar a fondo la causa de tal mortandad e informar a la población al respecto. De pasada podrían decirnos si la especie es nativa y sirve para algo más que atascar los rellenos sanitarios, o es simple "plaga" que no cumple mayor papel en el círculo de alimentación de otros peces o como freno a la proliferación de otras especies, que pudiera afectar dicho ciclo.
Una población informada difícilmente es presa de los interesados en sembrar la paranoia o, peor aún, la discordia que tan buenos dividendos produce en los rounds boxísticos de la contienda electoral.
Además, gobierno que se adelanta pega dos veces... a la oposición. No es lo mismo reaccionar a destiempo -y peor: a la defensiva- que ir delante de rumores y descontones políticos.
Y vaya que éstos abundan. No es casualidad. En Tlajomulco gobierna -con sobriedad y más aciertos que errores- la sucursal local del partido Movimiento Ciudadano, única oposición real al poder monolítico del PRI y todo lo que ahí suceda será magnificado por la aplanadora propagandística del Gobierno del Estado, interesado no sólo en conservar el trono, sino en apagar todo intento de insurrección.
Lo bueno para el MC es que los Sandoval kids están, por decirlo de una manera suave, papando moscas.
¿Cómo se les ocurre tomar el papel de ciudadanía iracunda y despechada cuando ellos mismos tienen un desastre en los cuerpos de agua a su cargo? Peor tantito, si tomamos en cuenta que comparten siglas políticas con los representantes federales, responsables últimos de la ruina ecológica que es el país entero.
Se fueron a la yugular de las autoridades municipales... sin armas y sin siquiera cuidarse la retaguardia. No se les ocurrió hacer por su cuenta el diagnóstico para restregarlo en la cara de sus oponentes, acompañándolo de una ruta crítica a seguir para solucionar el problema. No. Se aventaron a criticar como "El Borras", en reversa y sin calzones, sin datos concluyentes. Y sin acordarse de sus propios pendientes, que no se han solucionado desde la última vez que estuvieron en el poder, antes del intermedio panista en la silla de Gobierno.
Triste round de sombra resultó el estira y afloja por ambas partes. Lo único rescatable es que al fin las partes se sentaron a platicar y hacer lo que debieron desde un principio: buscar una solución al problema, que de todos modos tendría pronta solución. El gobierno municipal ya se comprometió a sanear la totalidad de las aguas que se vierten en la laguna al fin de su gestión. Y la esperanza es que eso termine con el problema...
Si es que es un problema. Pues ya está escrito: aún falta conocer el estado real de la laguna y de las especies que ahí habitan. Así como un plan de manejo para que ésta explote todo su potencial.
Porque Cajititlán aún espera su momento de esplendor, cuando pueda explotar su potencial turístico, aparte del agrícola y de recolección de peces. El lugar es una belleza y, a pocos minutos de la segunda metrópolis del país, un oasis que merece mejor suerte.