En la sociedad estamos hartos de la ambición de los partidos tradicionales que sólo les importa ponerse de acuerdo para controlar el poder y los gobiernos para su beneficio personal. Por eso estamos llenos de gobiernos mediocres y corruptos que hacen alianzas basadas en la ambición.
El tablero electoral de Jalisco poco a poco se está configurando de cara al 2015. El PRI prácticamente ha amarrado su alianza con sus secuaces de siempre, el Partido Nueva Alianza y el Partido Verde. En la otra esquina se cocina la coalición “Frankestein” entre dos partidos que representan el agua y el aceite: el PAN y el PRD. La operación de las dos alianzas proviene de la misma clase política que intenta mantener sus privilegios y cotos de poder. Hoy en día, los partidos políticos tradicionales han cedido a hacerle el juego sucio al Gobierno del Estado a cambio de favores y prebendas.
Estos matrimonios de conveniencia demuestran que la ética del poder por el poder se sobrepone a la ética de la política. El pragmatismo electoral está, para estos grupos, por encima de la dignidad de sus propios principios y de los intereses de la ciudadanía. Estos partidos no hacen alianzas con el objetivo de generar grandes acuerdos sociales o de diseñar estrategias y políticas públicas que mejoren las condiciones de la sociedad. Se trata de matrimonios que tienen, como principal objetivo, ganar una elección que ayude a mantener el “status quo” de los políticos que cada vez van desprestigiando más y más la palabra política o gobierno.
Mientras los ciudadanos observan estos tejes y manejes como invitados de piedra, en Movimiento Ciudadano hicimos hace un mes un ejercicio de conciencia sobre si era conveniente tomar la ruta de la política tradicional, con el objetivo de conseguir mejores resultados electorales, o ir por la libre con la frente en alto y el compromiso de trabajar por el bien de todos. Y concluimos que ningún triunfo electoral está por encima de la dignidad y la congruencia.