Hace once años que nos dejó Héctor Morquecho Ibarra, y su figura, sigue tan vigente como antes.
Periodista comprometido, ético y profesional, Héctor siempre dio muestras de ser un enamorado de su oficio, el del informador honesto, incorruptible, ajeno, alérgico e inmune al poder. Los valores que representa siguen siendo necesarios, tanto antes como ahora.
Pero a un personaje como Héctor no sólo el periodismo le echa de menos, sino toda la sociedad, porque así como el país necesita a más reporteros como él, necesitamos a médicos entregados a su profesión, a abogados honestos que luchen por causas justas, a funcionarios honestos y gobernantes que honren su palabra y no se roben el dinero de la gente.
Ayer, participé en el Congreso en un homenaje a Héctor, quien cumpliría 50 años en 2015, donde amigos, colegas y familiares recordamos tanto al profesional honesto, como al hombre íntegro que fue. ¿Cómo están las cosas en el país que hacer lo que se debe, se convierte en algo extraordinario?. Los Ayuntamientos entrantes de la metrópoli, que serán gobernados por Movimiento Ciudadano, anunciaron que retomarán las atribuciones constitucionales que habían sido abandonadas por los gobiernos anteriores, por ejemplo la movilidad.
Que el anuncio se haya convertido en noticia de portada al día siguiente en los principales diarios refleja la dejadez en el tema de las administraciones anteriores. Si el municipio hubiera cumplido con sus facultades, tanto en el tema de movilidad como de tránsito, el anuncio no habría tenido el impacto mediático que tuvo. La apuesta de Alfaro de nombrar al activista y especialista Mario Silva como encargado de esta nueva oficina resulta esperanzadora. La movilidad es un asunto de la mayor importancia en la metrópoli que ha sido desatendido, abonando a la situación de caos urbano y vial de la ciudad que vivimos.
También resulta positivo el llamado que hicieron los alcaldes electos a las autoridad federal y estatal, de hacer pública la información respecto al proyecto de la Línea 3 del Tren, algo que debieron haber hecho las administraciones actuales, pero que han omitido. Lo dicho: cumplir con nuestras tareas, obligaciones y ejercer nuestra labor con dignidad (como lo hizo Héctor Morquecho), se ha convertido en la excepción y no en la regla.