Autor:
Hugo Luna
Los índices de inseguridad en México aumentan; cada vez hay más robos, secuestros y homicidios. Las estadísticas y los hechos demuestran que el modelo de seguridad pública en Jalisco y en el país ha fracasado estrepitosamente y que es necesario cambiar.
Ciudades como Medellín o Tlajomulco, y muchas más en el mundo, han enseñado que es posible cambiar el modelo. La inseguridad se combate no sólo con más y mejores policías, sino también con unidades deportivas, centros culturales y escuelas.
En septiembre del año pasado, Tlajomulco se convirtió en el primer municipio de Jalisco que se unió a la Red de Ciudades Seguras de la ONU. Este programa fue lanzado en 1996 a petición de un grupo de alcaldes africanos, quienes buscaban formas innovadoras para disminuir la violencia urbana a través de estrategias de prevención y erradicación de la pobreza.
El nuevo paradigma pasa por considerar la seguridad no sólo desde el punto de vista del castigo y la persecución, sino de implementar un modelo integral que considere las causas que ocasionan el delito y no sólo sus efectos.
Bajo este innovador modelo, Tlajomulco ha invertido en los últimos cuatro años, más de 350 millones de pesos en la recuperación del espacio público y ha implementado programas como el de la Policía de Proximidad que nació con el objetivo de cambiar la imagen del policía y romper la barrera entre sociedad y autoridades. Los policías que lo conforman están plenamente capacitados para reaccionar ante una eventualidad como cualquier agente operativo, pero también están entrenados en temas de prevención, psicología y trato con la gente.
Uno de sus logros principales ha sido la consolidación de las Brigadas Juveniles en Movimiento donde capacitan a niños y adolescentes de distintas colonias en temas como primeros auxilios, entrenamiento físico, defensa personal, combate al bullying, prevención del delito y combate a las adicciones.
Con estas y otras acciones que van construyendo confianza y vínculos positivos entre los ciudadanos y policías, se demuestra que sí es posible construir un modelo alternativo de seguridad ciudadana y que éste se puede replicar a otros municipios.
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