Autor:
Juan García de Quevedo
¡Qué bárbaros!
Con este asunto de los consejeros electorales parece que el señor Gobernador carece de equipo político. Por simple lógica aritmética, el Movimiento Ciudadano, que comanda Enrique Alfaro, debería tener un representante en el Consejo. Falta de memoria o un olvido involuntario, pero ya tenemos experiencia sobre el asunto. La elección en el 96 se complicó en extremo porque al PRD se le hizo a un lado y no se le dio lo que justamente pedía en el Instituto Federal Electoral. Entonces fue mezquindad o torpeza, y hoy, aquí en Jalisco, se comete algo más grave que una injusticia, una estupidez.
Movimiento Ciudadano tenía todo el derecho por lo que representa en votos y en diputados, de tener presencia en el Consejo Electoral. Falta de memoria, mezquindad y, lo más grave, ausencia de oficio político. No se puede ni se debe hacer que la política luche contra la aritmética, contra la evidencia de los números.
Todo mundo, y más el mundo político, sabe de sobra que los consejeros son propuestos por los partidos y que, por tanto, responden a sus intereses. Todo mundo sabe que la objetividad, conocimientos, honestidad y demás valores éticos e intelectuales no son esenciales para el interés partidista.
El Consejo Electoral es un reflejo de la composición del Congreso; no son esos seres independientes, representantes de la sociedad, pero son quienes le dan legalidad y legitimidad al proceso electoral. Legalidad y certidumbre ciudadana, que son lo importante.
Decir que los consejeros se eligen por razones académicas o de prestigio social es una mentira del tamaño de un elefante. Así debería ser, pero la realidad nos dice otra cosa, y mentirle a la realidad es pensar que tenemos una ciudadanía tonta o que la retórica es a tal extremo mágica que puede crear su propia realidad.
Con el reparto que se hizo aquí en Jalisco, los perdedores son el PRI, el PAN y el PRD. Así de fácil. Pero también perdió, en lo que pudo intervenir, el Gobierno de Jalisco. Y el único ganador fue Movimiento Ciudadano.
Movimiento Ciudadano, perdiendo gana, y gana mucho más que un consejero; gana la simpatía social, porque es claro y evidente que se cometió una injusticia. Yo diría que una torpeza política de enormes proporciones. Quien siembra vientos cosecha tempestades, y los políticos no pueden luchar y ganarle a las matemáticas.
No entiendo qué les pasó a los diputados del PRI, del PAN y del PRD; ni entiendo qué le sucedió al presidente del PRI. Las soluciones de fuerza en una sociedad democrática terminan en el más absoluto vacío.
En fin, regreso a una tesis que siempre he mantenido: el poder de las élites políticas en una sociedad de baja intensidad les hace vivir un mundo ideal, donde piensan que todo se puede, donde los actos políticos y los hechos políticos gozan de total impunidad.
Una clase política sin memoria es una clase política incapaz de pensar el futuro, porque sencillamente el pasado no existe para ella, es, en pocas palabras, una clase política amnésica. Porque la lógica no es la de 1940, donde el poderoso manda y si se equivoca vuelve a mandar, y así hasta el infinito. Esos tiempos ya pasaron... para bien de todos.
En fin, vivimos entre el absurdo político, el surrealismo y la desmesura del poder.
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