Con dos frases, el politólogo Sergio Aguayo Quezada define tanto al México actual como a quienes mueven los hilos del poder.
Para definir al país pone como ejemplo al Partido Verde Ecologista de México, cuyas violaciones constantes a la ley sin que hasta el momento haya existido una sanción ejemplar son, a su juicio, “una expresión grotesca, cínica de este México”.
Luego, sobre la Presidencia de Enrique Peña Nieto afirma que se diluyó en sus primeros dos años y medio de gobierno y lo que falta no pinta mejor. A Peña, asegura, le pasó lo mismo que a Vicente Fox Quesada: “Se lo comió la Ciudad de México” y hasta ahora no ha entendido que el país no es Toluca, la capital de su estado natal, el Edomex.
Ciudad de México, 23 de junio (SinEmbargo).– La lucha para cancelar el registro del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) manda un mensaje claro y contundente a la clase política: hay que hacer un “alto a la corrupción”, sentencia el analista político Sergio Aguayo Quezada. Consideró que esta lucha no es simple, sencilla ni tendrá resultados en el corto plazo.
En entrevista para SinEmbargo, el también profesor e investigador de El Colegio de México (Colmex) reconoce que la lucha contra la corrupción del Partido Verde será complicada, en tanto seis de 11 consejeros electorales del Instituto Nacional Electoral (INE) mantengan su interés de proteger al aliado electoral del Partido Revolucionario (PRI) y mientras este órgano se conforme con imponer sanciones simbólicas sin atacar la raíz de los delitos electorales del Verde.
En tanto se sostenga la discusión elemental por la honradez de los partidos políticos, reconoció Aguayo Quezada, será imposible para las nuevas generaciones de intelectuales avanzar al siguiente nivel de discusión sobre la consolidación de la democracia en México.
El también académico de la Universidad de Harvard forma parte del grupo de la sociedad civil que ha planteado retirar el registro del Partido Verde, como respuesta a su estrategia sistemática de violar la Constitución y la ley electoral, con lo cual puso en riesgo la equidad de la contienda que llevó y la autenticidad de los resultados de los comicios del pasado 7 de junio.
La batalla de Sergio Aguayo contra la ilegalidad recurrente del Verde no es espontánea ni se remite sólo al proceso electoral del 2015. Sus críticas se remontan prácticamente desde a la época en la que el partido creado por Jorge González Torres –en 1986– y presidido posteriormente por su hijo Jorge Emilio González Martínez, encontró la mina de oro de las alianzas electorales que lo han llevado a compartir el poder tanto con el Partido Acción Nacional (PAN) en el año 2000 como, en recientemente, con el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
En el 2004, Sergio Aguayo escribió en su columna publicada en Reforma: “El Verde es la expresión más paradigmática y profesional del arte de cumplir con la letra de la ley mientras se inventan o diseñan transas para violar la ética pública”.
Desde aquel entonces, Aguayo, junto con otros académicos presionaban al entonces Instituto Federal Electoral (IFE) a frenar la corrupción del Partido Verde. Eran los tiempos en que Jorge Emilio González, el llamado “Niño Verde”, había sido “chamaqueado” en un presunto ofrecimiento de soborno por 2 millones de dólares a cambio de conseguir permisos de construcción en Cancún, Quintana Roo.
Hoy, explica el investigador del Colmex, es urgente que el INE asuma una posición más enérgica contra los fraudes electorales del PVEM, e imponga las sanciones que dicta el propio marco jurídico en la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LEGIPE): la cancelación del registro.
EL INE: EL PRINCIPAL ALIADO
–¿En qué estado se encuentra la solicitud ciudadana al INE para quitar el registro al PVEM como partido político?
–El INE está haciendo todo lo que puede para no hacer nada. A mí me resulta obvio que algunos consejeros quieren hacer algo, pero no pueden hacer nada con quienes controlan el INE que es el PRI y el Verde. Y las veces que han intentado imponer sanciones viene el Tribunal [Electoral del Poder Judicial de la Federación] y lo echa abajo. El Verde es una expresión grotesca, cínica, de este México.
–¿Es un asunto que pasará al olvido?
–Los últimos años yo pelee por los refugiados, por los derechos humanos y por la defensa del voto. Ahora mi pelea por lo que me quede de vida es muy clara, es por algo muy elemental que son las reglas básicas de una sociedad democrática: la honestidad y eficiencia, representatividad, autenticidad Hasta vergüenza me da que intelectualmente esta lucha sea tan pobre. Yo ya debería estarme jubilando, pero el recambio de generación apenas se está dando, quienes nos llamábamos la generación del 68 por edad o porque lo vivimos, estamos llegando al final, algunas ya se murieron, nos vamos a seguir muriendo. Entonces este recambio tiene que darse volviendo a peleas muy elementales, la pelea con el Verde es una pelea muy elemental, extraordinariamente elemental. Es un, ¡alto a la corrupción!, es todo. Pero como la corrupción es una hidra de mil cabezas que no se va a domesticar rápidamente hay que ir eliminando sus piezas y la expresión más grotesca es el Verde.
–¿Entonces no se resolverá pronto?
–Va para largo, pero en lo que mí concierne yo voy a seguir insistiendo, desde los espacios que tengo, que una sociedad democrática digna de ese nombre no puede tolerar aberraciones como la del Verde, es de elemental decencia. La expresión del Verde es una de las arenas en donde hay que dar una pelea adecuada al momento en que vivimos. A mí me parece una buena etapa porque hay fuerzas, al menos tres nuevas fuerzas que dicen que quieren combatir la corrupción. Para mí es una buena noticia, cumplan o no cumplan, por lo pronto tiene que ser interlocutores con quienes luchamos por eso. Porque vamos, el funcionario o el partido político no es un enemigo al que hay que eliminar, es un interlocutor que puede convertirse en aliado o en adversario, depende de ellos y depende de uno también.
“MÉXICO NO ES TOLUCA”
Al hacer un análisis de la arena política que tiene por delante el Presidente Enrique Peña Nieto tras los resultados electorales federales del 7 de junio pasado, Sergio Aguayo observó debilidad en la Presidencia de la República para concretar las reformas estructurales que logró en la primera mitad del sexenio.
El analista político consideró que a dos años y medio de gobierno, Peña Nieto no solo no logró meter en cintura a las televisoras, al duopolio en telecomunicaciones [Televisa y Tv Azteca] y a las grandes empresas trasnacionales, sino que ha cedido en reiteradas ocasiones para dejar en un estado de indefensión a sus propias reformas estructurales.
–¿Cuál es su balance del proceso electoral del 7 de junio? ¿Ganó el PRI y ganó la Presidencia como han afirmado comentaristas de varios medios de comunicación?
–Cuando uno lee su libro [de Peña Nieto] y escucha sus discursos, se observa su obsesión con el Estado eficaz y con el presidencialismo y después lee el discurso del primero de diciembre de 2012 en donde dice que el Estado va a domar a los poderes fácticos. Bueno, pues es evidente que dos años y medio después no solo no logró domar a los poderes fácticos sino que terminó por hacerles concesiones. Al día de hoy, Peña Nieto tiene menos poder, objetivamente, que cuando empezó. La falta de concreción de las reformas son las concesiones. El momento más magistral de Peña Nieto fue, no como candidato multimillonario sino en los primeros días como Presidente, cuando ejerce la Presidencia para construir una alianza a favor de las reformas. Ese es su momento de gloria y a partir de allí viene descendiendo porque a partir de allí tiene que ir reduciendo el tamaño y la profundidad de las reformas, porque se lo van impidiendo.
–¿Cómo se ido perdiendo el espíritu de estas reformas?
–En el caso de la Reforma Educativa, los maestros rebeldes y los maestros sumisos, a su manera cada uno, pero consiguen que vaya cediendo. Las resistencias fueron mayores de las que él esperaba y sus bases de poder más endebles de lo que él creía. Y lo he dicho desde el principio, desde antes que llegara, no es un pelele de Televisa pero tiene un problema, el mismo drama de Carlos Salinas, igualito: el éxito de su programa supone el debilitamiento de su poder. Y él tuvo éxito con los métodos de Atlacomulco y del Estado de México, pero cuando los quiere extrapolar acríticamente, porque eso es lo que hace, entonces empieza a fallar porque México no es Toluca. De la misma manera que el Distrito Federal no es Guanajuato para Vicente Fox [Quesada]. A Fox se lo traga la Ciudad de México. Elba Esther Gordillo [la ex lideresa magisterial] lo rodeaba de halagos, yo lo vi en aquel tiempo.
–¿Cómo ve los últimos tres años de Peña Nieto?
–Yo veo tres años de un gobierno débil, ya perdieron la iniciativa. Han ido perdiendo la iniciativa en casi todos los terrenos. Bueno, se concentran en lo que pueden controlar, pero lo que pueden controlar es solo una parte de México, la otra parte se les está yendo. Es un gobierno y un partido débil frente a unos partidos opositores que hasta ahora han demostrado ser mediocres y débiles, más débiles que el PRI y una ciudadanía insuficientemente organizada. Y en la tierra de ciegos el tuerto es rey, entonces el no es tanto por sus méritos como por la debilidad de otros. La fragmentación de la izquierda, la división del PAN, en fin. Es obvio lo que estamos observando. En ese contexto, los actores con capacidad de decisión vertical tienen más posibilidades de obtener ventajas que los otros, y por eso han resistido los poderes fácticos. El poder está fragmentado. En 1988 Carlos Slim era un empresario más, luego viene el ajuste estructural y la venta de las empresas del Estado y Carlos Slim compra Teléfonos de México (Telmex), bien o mal eso no importa, y esa es la palanca sobre la cual construye su imperio. Ya no hay otra empresa similar, no van a vender Pemex que sería su equivalente.
–La CNTE [Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación] logró que el Gobierno federal cediera por unos días la realización de la evaluación educativa.
–No ha parado de ceder el gobierno porque está atrapado allí en el problema de que no tiene con qué imponer la Reforma Educativa, esa es la verdad. Porque si el Gobierno federal es débil con los maestros, los gobiernos estatales donde operan son todavía más débiles, no hay Estado ni en Michoacán, ni en Guerrero. En Oaxaca y Chiapas, pues allí están más o menos dejando a los maestros que hagan lo que quieran.