A favor de los pluris

Autor: 
Pedro Kumamoto

Estamos hartos de la clase política. Entonces, ¿cómo puedo sostener que los espacios plurinominales son buenos?   

Mucho se habla de la propuesta para eliminar los espacios de representación proporcional, también conocidos como “plurinominales”. Desde esta columna quisiera dar elementos para estar en contra de la reducción de esta figura. 

Es cierto, estamos hablando desde un contexto en el que nos encontramos con un contrasentido de representación por todos lados: Las élites de nuestro país piensan que el espacio público puede ser su estacionamiento privado, el Zócalo, donde debería haber encuentros de causas, niños paseando e ideas encontramos la Suburban y los guaruras.  Escuchamos de diputados que cobran “moches” por hacer su chamba, representantes que no rinden cuentas o que sólo responden a los grupos “poderosos” de nuestro país. Estamos hartos de la clase política, no lo digo yo, lo dice el “Informe País” del INE, en el cual la mitad de la ciudadanía confesó pensar que los políticos no se preocupan por sus necesidades. Entonces, ¿cómo puedo sostener que los espacios plurinominales son buenos?   

Imagina que tienes dos hermanos. A ti te gusta el helado de chocolate, a ellos el de mango. Al momento de ir a comprar un litro de helado tus padres, en un espíritu demócrata, deciden que ustedes voten por el sabor. No hay sorpresas: tus hermanos te mayoritean y tú pierdes, todos comen helado de mango. Pasan los días y deciden regresar a la heladería. Se repite la historia: ellos vuelven a elegir helado de mango, tú vuelves a perder. Tu sabor nunca es el seleccionado a causa de la mayoría simple. Esta caricatura refleja un problema que la Ciencia Política ha analizado por muchos años. Es decir, si seguimos con el caso de los helados, dos personas buscaban tener un helado de mango y una tercera parte de chocolate, ¡el 30% no fue representado en esa elección! ¿Cómo representar a las minorías dentro de una elección? En este espíritu nacen y se consolidan los “pluris” en los años setenta: para representar a minorías que no le “ganaban” al poderoso PRI.

Es cierto, la figura se ha desvirtuado y ahora sólo son premios para los bien portados del partido. ¿Qué hacer con esto? Fácil, exigir que las listas plurinominales se abran a votación directa. Es decir, que los partidos políticos no elijan los pluris, sino que sea la ciudadanía quien los decida en el día de la elección.

Eliminar los espacios plurinominales es una simplificación chafa de un problema mucho más complejo. Las elecciones que tomemos como sociedad no tienen que ser moldeadas sólo por la indignación, sino por la esperanza de modificar al gobierno para que nos represente a todas y todos, en especial a los más desprotegidos.

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