Autor:
Carmen Aristegui F
22 de julio del 2016.
La mañana de ayer se realizó, en la editorial Random House, un encuentro con periodistas, escritores y editores de libros. Se habló del perdón de Peña Nieto por la Casa Blanca; de demandas, acosos judiciales y peligros para la libertad de expresión.
El presidente de México pidió perdón esta semana por el tema de la Casa Blanca. Se refería a la investigación con la cual se dio a conocer la existencia de una lujosa mansión, en posesión del mandatario mexicano y su familia, resguardada por el Estado Mayor Presidencial.
La Casa Blanca, valuada en 7 millones de dólares se diseñó al gusto y necesidades del hoy presidente de la República. Fue construida y financiada por Juan Armando Hinojosa Cantú, el empresario que ha visto crecer su fortuna a punta de contratos obtenidos durante los gobiernos de Peña Nieto.
El Presidente dijo que cometió un "error" con la Casa Blanca, que "afectó a su familia, que lastimó la investidura presidencial y que dañó la confianza en el gobierno". Hasta ahí, el acto de contrición sin consecuencias. En cualquier otro país con un verdadero Estado de derecho, se hubiera realizado una investigación independiente, un impeachment o un juicio político y, muy probablemente, el mandatario se hubiera visto obligado a renunciar.
En México, no. En México, el Presidente sigue en funciones y los periodistas que participamos en la investigación de la Casa Blanca, y alentamos el debate sobre sus graves repercusiones, fuimos echados del aire de la radio mexicana.
Hemos decidido desarrollar un proyecto propio, independiente, desde el espacio digital, pero al momento de anunciar esta intención, se intensificó el acoso, el hostigamiento y la persecución judicial con la que se ha castigado nuestro trabajo.
En las últimas semanas se han acumulado en nuestra contra varias demandas judiciales que llegan a niveles insospechados.
A la primera demanda, presentada hace más de un año, con el propósito de aniquilar un contrato vigente, se han ido sumando otras, a cuál más descabellada.
Hoy se pretende, por la vía judicial, mutilar el libro: La Casa Blanca de Enrique Peña Nieto, exigiendo la eliminación de su prólogo. Se demanda a quien lo escribió y a la editorial que se atrevió a publicarlo.
Vía una demanda por daño moral -prima hermana de la que presentó Moreira contra Sergio Aguayo- se pide un resarcimiento económico indeterminado, que se antoja millonario, y se pretende prohibir que se hable de ese prólogo en la radio, la televisión y en conferencias. De lo que se trata es de intimidar, de fastidiar y de impedir que estos periodistas sigan haciendo su trabajo. El prólogo que se pretende censurar denuncia cuán dócil y sumisa puede ser una empresa de comunicación frente a presiones políticas, mandatos de aniquilación y censura.
Una vez más, vemos cómo los hilos del poder se extienden hasta un empresario de los medios de comunicación que ha sido partícipe de la maquinación para expulsar a todo un equipo de periodistas del aire y desatar una andanada judicial en su contra.
En México, el Presidente pide perdón por la Casa Blanca, y a los periodistas que la investigaron se nos acosa judicialmente. Se nos amenaza con causarnos un daño patrimonial y se pretende imponer una mordaza por expresar nuestras ideas.
¿De qué perdón estamos hablando, presidente Peña Nieto? ¿Cuál es el verdadero alcance de sus palabras? ¿Pide perdón por la Casa Blanca, pero se sigue persiguiendo a los periodistas que la investigaron? ¿Pide perdón por la Casa Blanca, pero no cesan los ánimos de venganza?
Del golpe de censura que ocurrió por la divulgación del reportaje no se hizo cargo el Presidente en su discurso. Habló de la "gran indignación" que causó en la sociedad y de cómo sintió en carne propia la "irritación de los mexicanos" por la Casa Blanca. Del golpe de censura a los periodistas, ni media palabra.
Lo menos que esperaríamos, después del perdón pedido por Peña, es que se frene el hostigamiento y el acoso judicial. México tiene derecho a tener periodistas fuertes, libres, independientes y críticos. No periodistas acosados, intimidados y perseguidos haciendo, para ello, mal uso del sistema judicial.
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