PARÍS, Francia. (OEM-Informex).- Antes de privatizar las telecomunicaciones, el correo, las autopistas, los ferrocarriles, el gas y la electricidad, a partir de ahora los gobiernos deberán consultar las teorías del nuevo premio Nobel de Economía: el francés Jean Tirole, de 61 años, casi desconocido fuera de los círculos académicos, es uno de los mayores especialistas mundiales sobre el poder del mercado y de la regulación eficaz para controlar los monopolios.
A partir de ahora, también será un símbolo de las precauciones que es preciso adoptar en ciertos terrenos resbaladizos de la economía concreta. Esa fue, sin duda, la intención que indujo al comité de la Academia Real de Ciencias de Suecia a atribuirle la recompensa más codiciada en teoría económica.
"Jean Tirole es uno de los economistas más influyentes de nuestra época", explicó la Academia en su dictamen. Además de sus "contribuciones teóricas importantes en un gran número de sectores", su mayor mérito consistió en "aclarar la forma de comprender y regular los sectores (en los que operan) algunas empresas poderosas", precisó.
A través de sus artículos y libros, Jean Tirole "creó un marco general para concebir esas políticas que aplicó a sectores tan diversos como los bancos y las (empresas de) telecomunicaciones". Inspirándose de esas nuevas perspectivas, "los gobiernos pueden alentar mejor a las empresas poderosas a ser más productivas y, al mismo tiempo, a no causar perjuicios a sus competidores ni a los consumidores".
No es casual que esos temas coincidan con una de las mayores preocupaciones de las sociedades, que buscan en la regulación los "elementos de estabilidad para serenar y administrar una economía que no puede reposar únicamente en los mecanismos del mercado", interpretó el ministro francés de Agricultura, Stéphane le Foll.
La importancia que atribuye la Academia a sus teorías se advierte a través de un indicio elocuente: es la primera vez desde 2008 que el Nobel de Economía -recompensado con una medalla, un diploma y un cheque de 1.2 millones de dólares- se otorga a un solo economista. El último que tuvo ese privilegio fue el norteamericano Paul Krugman. En los cinco años posteriores, el reconocimiento fue atribuido a binomios o tríos de economistas que teorizaban sobre problemas de naturaleza análoga.
Sus colegas argumentan que, a veces, es tan teórico que menosprecia el aspecto pragmático.
Debe ser cierto porque, cuando está sumergido tratando de resolver una fórmula matemática, hasta rehúsa responder al teléfono. El lunes la Academia de Ciencias de Suecia tuvo que llamar tres veces para que Jean Tirole contestara.
"Estaba trabajando con un colega y no me di cuenta de que trataban de ubicarme", relató en conferencia de prensa en la ciudad de Toulouse. Finalmente respondió porque le molestaban las vibraciones de su teléfono. Desde entonces, no ha conseguido "aterrizar", según confesó conmovido hasta las lágrimas después que sus alumnos de la Toulouse School of Economics (TSE) lo recibieron con un aplauso triunfal.
El estudio de las industrias dominadas por un puñado de poderosas empresas constituye actualmente su principal preocupación.
"Numerosos mercados están dominados por algunas empresas que influencian los precios, los volúmenes y la calidad", recordó en su breve diálogo con la prensa. Sin embargo, "la teoría económica no se ocupa de esos casos, conocidos con el nombre de oligopolios. Por el contrario, esa teoría presupone que solo hay un monopolio o bien una situación conocida con el nombre de competencia perfecta".
El aporte de Jean Tirole fue demostrar la necesidad de regular tanto las industrias oligopólicas como monopólicas. Para ello investigó utilizando nuevos marcos conceptuales, como las teorías de juegos, que intentan analizar las adaptaciones recíprocas de los diferentes actores.
Las últimas décadas han estado marcadas por movimientos de concentración industrial y la emergencia de empresas en situación oligopólica, sobre todo en el sector de la tecnología de la información, como Microsoft o Google.
La crisis financiera, por su parte, puso de relieve el problema de los bancos "demasiado grandes para quebrar" (protegidos por la garantía de los Estados), que nacieron de fusiones que fueron el resultado directo de la desregulación financiera.
Las privatizaciones de empresas nacionales también facilitaron la aparición de mercados dominados por oligopolios. "Numerosos gobiernos abrieron monopolios públicos a actores privados. Eso se produjo en los ferrocarriles, las autopistas, el agua, los correos y las telecomunicaciones. Pero también en los servicios educativos y sanitarios. Los resultados de esas experiencias fueron limitados y fue con frecuencia bastante difícil conseguir que esas empresas se comporten como hubieses debido", afirmó el Comité del Nobel en sus comentarios.
Los trabajos realizados Jean Tirole entre 1980 y 1990 se centraron en la duración de los contratos realizados con el sector privado, la posibilidad de modificarlos, en el riesgo de complicidad entre las autoridades de regulación y las empresas reguladas. Sus conclusiones recomiendan a los gobiernos asegurarse de que los reguladores no se transformen en abogados de las firmas que deberían controlar en una situación en que los gobiernos suelen tener menos información que esos actores sobre la realidad del mercado.
La cuestión de los oligopolios y la dificultad de regularlos -sostiene- ha dejado de plantearse a nivel de un país. Por el contrario, ya es un dilema de dimensiones planetarias.
El fundador de la llamada "Escuela de Toulouse" no entra verdaderamente en la tradicional rivalidad de liberales vs. estatistas. Tirole resistió a la tradición intelectual francesa que transforma a los universitarios reconocidos en actores del debate público o mediático. El trabajo de ese ingeniero egresado de las mejores instituciones francesas, parte siempre de un marco científico, sobre todo matemático, ignorando las categorías políticas que la gente trata de develar en los economistas.
"Un economista debe ser totalmente independiente. Nuestro papel es proponer ideas y reformas que tal vez sean adoptadas, aunque esto lleve tiempo", dijo.
Después de graduarse de ingeniero y economista en los dos mejores institutos de Francia, viajó a Estados Unidos a los 25 años para trabajar en el Massachussetts Institute of Technology (MIT) con uno de los equipos más brillantes de esa época: los consagrados Paul Samuelson y Robert Solow -ambos premios Nobel- y Olivier Blanchard, actual jefe economista del Fondo Monetario Internacional (FMI), que también estaba en la lista de candidatos para el premio de este año.
Junto a Eric Maskin, que obtuvo el Nobel en 2007, Tirole descubrió las nuevas teorías de juegos, que aplicó en sus trabajos con Jean-Jacques Laffont para investigar sobre las grandes actividades de las industrias de redes, como la electricidad. ¿Cómo reglamentar correctamente esos mamuts y obligarlos a darle información completa y precisa a los reguladores para que puedan asegurar eficazmente su tutela?
Su Theory of Incentives in Procurement and Regulation (Teoría de las incitaciones en el aprovisionamiento y la reglamentación) se convirtió en un clásico en la materia, pero reservado a los iniciados por la complejidad de sus ecuaciones, fórmulas y curvas que responden a cada interrogante. Desde entonces, cada vez que un país privatiza sus telecomunicaciones o abre los servicios eléctricos a la competencia, los gobiernos consultan a Tirole.
Con más de 200 artículos publicados en las mejores revistas especializadas, forma parte de la elite de economistas más citados por sus pares en análisis o teorías académicas, junto con Robert Lucas o Joseph Stiglitz.