Han sido dos meses de protestas, arrestos de sospechosos, promesas, investigaciones, declaraciones desafortunadas, indolencia, ineficacia, cansancio, hartazgo nacional y de seguir la lucha de unos padres que no se rinden y que no dejan de buscar a sus hijos. Sesenta largos días que han servido para unir a un país en torno a un mismo reclamo, una misma exigencia, pero al final de todo, los estudiantes, jóvenes normalistas de Guerrero, siguen sin aparecer.
Los mexicanos estamos hartos de respuestas poco creíbles por parte de autoridades que han mostrado su insensibilidad ante los reclamos de miles de mexicanos. ¿Nuestro gobierno está cansado? Nosotros también, de ellos, de su ineficacia, de sus miles de planes y nulas soluciones reales.
Exhaustos de sentir que le hablamos a un muro con el que sólo podemos esperar chocar, derribarlo para así obtener un poco de luz en este camino que comenzó no hace mucho, pero que da la sensación de haber durado más de 70 años.
Pero los ciudadanos hemos abierto los ojos y estamos demostrando que ante adversidades e injusticias como las ocurridas en #Ayotzinapa y en todo México no seguiremos apáticos. México se está levantando en una sola voz, reunidos alrededor de los familiares de los normalistas y hemos caminando juntos para hacer frente a las amenazas de los mismos políticos de siempre. Unidos somos más fuertes, somos uno solo marchando frente a un gigante que poco a poco se empequeñece por el miedo. Los mexicanos ya despertamos, y nadie va a volver a callar nuestra voz.
Este movimiento nadie lo puede parar, ha alcanzado todos los rincones del país, ha trascendido nuestras fronteras. Tu voz, nuestra voz, tiene esa gran fuerza para que nuestro coraje e indignación lleguen aún más lejos. Pero no debemos olvidar lo más importante, los estudiantes siguen desaparecidos, las familias siguen rotas, el país está herido. Dos meses y 43 estudiantes después, México sigue en su búsqueda, que el movimiento no pare.