Corrupción no somos todos

Autor: 
Ernesto Canales

Quienes juraron "cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen", al dejar de aplicarlas, son los responsables de que haya corrupción en el país.

Hay que precisar: México no es un país de corruptos, México tiene autoridades corruptas; el funcionario público que tuerce la ley, aplicándola para favorecer a un ciudadano a cambio de beneficios personales, es el causante de la corrupción.

No eximo de culpa a quien da "moche", también responsable de la ilegalidad cometida; lo defiendo porque en muchos casos se trata de verdaderas extorsiones de parte de quien tiene el poder de aplicar la ley; la corrupción existe porque la autoridad quiere que exista.

Aun en los muchos casos en que el particular inicia el proceso de corrupción para asegurarse beneficios personales, es la aceptación de parte del funcionario público el que la concretiza; sin la participación activa de quien detente el derecho a decidir no existiría la corrupción; en México es constante el cálculo sobre el monto de la mordida contra el valor del beneficio, los conceptos financieros de "valor presente" y "costo-beneficio" tienen domicilio legal en la corrupción.

¿Qué hacer para combatirla? El país carece de instancias legales eficientes que permitan castigar culpables, a pesar de esfuerzos legislativos como Leyes de Transparencia, Servicio Público y de Obra Pública; los casos de Grupo Higa, de la Casa Blanca y de Malinalco, no tienen en nuestra estructura legal salida institucional de reversión o sanción, parece.

Por ello es altamente esperanzador que los Diputados hayan aprobado el tema de manera nueva y comprensiva, no partidista; corresponde a los Senadores convencer a la ciudadanía que las reglas responden al tamaño y complejidad del problema; la participación de la sociedad civil en las deliberaciones será un factor de confianza de que se están tomando las mejores alternativas.

¿Amnistía a quien primero raje?, ¿borrón y cuenta nueva?, ¿cohecho o extorsión?, ¿quién juzga al juzgador?, ¿Ley de Amparo paralizadora?, ¿facultades de investigación para el Poder Judicial? "¿Quién es más culpable, el que peca por la paga o el que paga por pecar?", alertaría Sor Juana.

Son temas torales; las mejores opiniones merecen ser escuchadas; no podemos deshacer el pasado, pero no estamos obligados a repetirlo; cómo quisiera aquí el grito presidencial del tipo ¡no volverá a suceder!

El profundo enraizado de la corrupción en México no nos debe ofuscar: se gana también terreno significativamente con cambios legislativos puntuales como el del nuevo Código que implantó los Juicios Orales, en el cual la transparencia y eficiencia son antídotos contra la omnipresente corrupción del sistema.

La Reforma de Juicios Orales no fue producto de partidos ni candidatos; grupos ciudadanos decidieron participar sobre la forma de impartir la justicia penal; así, de escoger "la varita mágica" que solucionará la corrupción, nos quedaríamos con el involucramiento ciudadano en el tema, en cualquiera de sus aristas y de cualquier manera: haría la diferencia, pues la corrupción no somos todos, ni todos tenemos el mismo grado de culpabilidad.

El autor es presidente de Renace.

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