04 de Septiembre 2015
México violento
¿En qué México vive el ejecutivo federal? es la pregunta que nos hacemos millones de mexicanos después de escuchar su tercer informe de gobierno, en el que afirma que las políticas implementadas en materia de seguridad durante los tres primeros años de su sexenio han hecho de México un lugar más seguro: afirma haber bajado un 24% la tasa de homicidios, mientras que estudios periodísticos que toman en cuenta información proporcionada por institutos y servicios médicos forenses, procuradurías y fiscalías, unidades de servicios periciales, registros periodísticos de los estados y asociaciones civiles de familiares de las víctimas, demuestran que el estado oculta 9 mil 422 ejecuciones y que durante los primeros 32 meses de su mandato han habido más de 57 mil homicidios dolosos.
El presidente se equivoca cuando afirma que la tasa de homicidios ha bajado, pues durante su gobierno han sido asesinadas, en promedio, mil 794 personas por mes, 639 más que durante el gobierno de Felipe Calderón, y de continuar la tendencia, la suma llegará a 130 mil asesinatos en su sexenio, 45 mil más que durante el gobierno de su predecesor.
México no está en paz, y mientras no se tenga una estrategia integral de combate al narcotráfico y al crimen organizado, que garantice los derechos humanos y ponga al ciudadano en el centro de las decisiones, no lo estará.
El Gobierno Federal sigue creyendo que con omitir en su discurso, por tercera vez consecutiva, la necesidad de prevenir y erradicar el feminicidio –que según estimaciones oficiales cobra cada día la vida de siete mexicanas– el problema se va a solucionar.
El país atraviesa una crisis de violencia e inseguridad que cobra muy caro a sus ciudadanos: cada día desaparecen 11 personas, 24 niños son abusados y por lo menos un periodista es agredido, atentando no sólo contra la libertad de expresión, sino contra la libertad humana, un derecho fundamental que ha sido arrebatado y mientras no lo recuperemos estaremos muy lejos de sentirnos seguros.
La supuesta realidad que describe el ejecutivo federal en su tercer informe de gobierno contrasta con la versión de millones de mexicanos que viven día con día con el temor de salir a las calles, de los mexicanos que son víctimas de la violencia e impunidad que impera en el país, porque Ayotzinapa, Tlatlaya y Ostula no son hechos aislados, son resultado de la crisis por la que atraviesan las instituciones encargadas de que México esté en paz.