17 de Septiembre 2015
La historia de éxito de Jesús Rascón podría encarnar el supuesto “momento de México”.
La compañía de plásticos que fundó hace 13 años ahora tiene 350 empleados y dos fábricas. Vende partes a empresas como Volkswagen y Whirlpool. Hasta la caída reciente del peso mexicano le ha resultado favorable, pues sus productos son más baratos en el extranjero.
¿Entonces, por qué está tan pesimista sobre la economía?
En una sola palabra: pobreza. “Por desgracia, el problema en México son los salarios, que sólo alcanzan para sobrevivir”, comentó Rascón, de 48 años. Añadió que si las personas no tienen dinero para gastar, las compañías que les venden productos nunca podrán expandirse como lo hizo la suya.
Este sentimiento sombrío sobre la economía predomina en gran parte del país mientras el Presidente Enrique Peña Nieto se prepara para dar un nuevo impulso a su presidencia, tras alcanzar la mitad de su periodo.
Durante el último año, mientras la credibilidad de su administración caía por los escándalos de corrupción y el escepticismo por su manejo de la guerra contra las drogas, el presidente aún podía destacar el paquete de cambios económicos que se vendieron como el “momento de México” y prometerle a los mexicanos que muy pronto vendrían tiempos mejores.
En los días anteriores a su informe de gobierno, su administración bombardeó los medios con anuncios que alababan los cambios, lo cuales incluyen normas para controlar a las compañías privadas de telecomunicaciones y dar por terminado el control estatal sobre la industria energética. La campaña repite la promesa de que muy pronto llegarán más inversiones y empleos.
Pero esa historia es cada vez más difícil de creer.
Durante la presidencia de Peña Nieto, el crecimiento ha avanzado a un paso más lento que el promedio anual de 2.3 por ciento de las dos décadas anteriores. En las últimas dos semanas, tanto el banco central como la Secretaría de Hacienda recortaron sus pronósticos, lo que sugiere que el crecimiento en 2015 tal vez tampoco alcanzará esa cifra.
Los salarios están estancados, y estudios recientes muestran que la desigualdad y la pobreza han aumentado en los últimos años.
Ahora, justo cuando México podría haber visto los primeros beneficios concretos de la reformas económicas, la economía se desploma debido a fuerzas fuera del control del gobierno y la creciente incertidumbre financiera global.
El punto principal de los cambios constitucionales que Peña Nieto logró pasar por un Congreso dividido en sus primeros tres años de gobierno fue la apertura de la industria petrolera, eléctrica y de gas a la inversión privada, con lo cual revirtió la nacionalización de la industria petrolera del país de hace 75 años.
No podía haber ocurrido en un peor momento. El colapso de los precios del petróleo paró en seco la esperada llegada de petroleras internacionales a México y obligará al gobierno, que depende de los ingresos del petróleo para cubrir al menos la tercera parte de su gasto, a efectuar cortes significativos en sus programas sociales y de infraestructura para el siguiente año.
En la primera licitación de bloques para exploración petrolera en alta mar, en julio, hubo tan pocas ofertas que sólo dos de los 14 campos ofrecidos fueron adjudicados. Los reguladores han relajado los requisitos para las ofertas, pero los miles de millones de dólares en inversión que prometió el gobierno parecen estar cada vez más lejanos.
“La reforma energética va a funcionar en el futuro”, señaló Gabriel Casillas, director general de análisis económico del Grupo Financiero Banorte, un importante banco mexicano. “Va a tardar más, unos 15 años, en vez de ocurrir en 2017 ó 2018 como pensábamos”.
Además, la devaluación del peso y de otras monedas de los mercados emergentes durante el año pasado ha encarecido el precio de las importaciones desde Estados Unidos en casi un 30 por ciento. Esta situación desalienta los planes de inversión y hace que los consumidores sean más precavidos al realizar compras importantes.
Pero existen aspectos positivos. El manejo prudente de la economía por varios años ha mantenido la inflación y la deuda bajo control. La industria automotriz mexicana recibió unos $20.000 millones en inversión extranjera en los seis años anteriores, gracias a la proximidad de México con los Estados Unidos, sus tratados de comercio y su experimentada fuerza de trabajo.
Sin embargo, los resultados son casos aislados de éxito en el sector exportador, que no han logrado beneficiar a quienes se ubican en los peldaños inferiores de la escalera económica.
“Estas políticas han generado estabilidad, pero no crecimiento”, indicó Joydeep Mukherji, director adjunto de Standard & Poor’s.
“Se respira una negatividad generalizada en el ambiente por muchas, muchas razones”, añadió Mukherji. “Y eso es lo más difícil de cambiar, porque se necesita aumentar la confianza de inversionistas y consumidores. Se requiere liderazgo político y un conjunto de habilidades muy distintas a las necesarias para aprobar una ley”.
Otros problemas también afectan la economía. Con base en cifras del instituto nacional de estadística de México, Alonso Cervera, director de análisis económico de América Latina en Credit Suisse, calcula que la delincuencia le quita todo un punto porcentual al crecimiento de México.
“Las reformas económicas fueron muy poderosas y contundentes”, puntualizó Cervera. “Me hubiera gustado ver la misma energía en la reforma judicial. Es necesario castigar la corrupción y sancionar los delitos”.
Los líderes empresariales dicen que los llamados a la paciencia ya no son suficiente.
Además de la apertura del sector energético, las reformas cerraron vacíos en la legislación fiscal, dieron nuevas facultades a los reguladores para combatir los monopolios, establecieron normas especiales para debilitar a los monopolios de telecomunicaciones, promovieron préstamos a pequeñas empresas y dieron mayor flexibilidad para contratar y despedir empleados. Pero las empresas consideran que la economía ahora necesita incentivos para la inversión y la creación de empleos.
Algunos analistas sostienen que el gobierno de Peña Nieto perdió una oportunidad valiosa al no realizar inversiones durante sus primeros dos años de gobierno, cuando los precios del petróleo permitían un mayor espacio de maniobra.
“En vez de construir un puente, dejaron el dinero en el banco”, dijo Casillas, de Grupo Banorte. “Reservaron dinero, pero nunca lo utilizaron”.
Otros piensan que el principal diagnóstico de los problemas de México estaba equivocado.
“Prometieron demasiado con las reformas”, afirmó Gerardo Esquivel, economista del Colegio de México y autor de un estudio reciente para Oxfam que descubrió que la ya creciente desigualdad del país está en expansión.
El gobierno pensó “que el tema energético era la solución a los problemas del país”, dijo. “Todos los sectores necesitan crecer. El sector energético no va a impulsar al resto de la economía”.
El gobierno destaca el aumento de 1,4 millones de trabajadores afiliados al Instituto Mexicano de Seguridad Social en los últimos dos años como medida del empleo formal e indicador de éxito. Pero el 60 por ciento de la población todavía trabaja en el sector informal, como taxistas o vendedores ambulantes, y la mayoría apenas sobrevive. Según la organización Mexico ¿cómo vamos?, casi el 42 por ciento de los trabajadores no puede cubrir las necesidades básicas con su salario, una cifra muy similar a la registrada cuando Peña Nieto subió al poder.
Luis Foncerrada, director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, institución de análisis afiliada con la principal alianza empresarial de México, subraya que los salarios están paralizados porque el 21 por ciento de la fuerza laboral está desempleada o trabaja unas cuantas horas a la semana.
“Sentarnos con los brazos cruzados y esperar que las reformas den resultado es una actitud muy ingenua”, dijo. “Es como decirle a alguien que está enfermo que espere cinco años a que descubran la cura”.