“Posicionamiento sobre el Centenario de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917”

Ciudad de México a 8 de febrero de 2017.

Con su venia Diputado Presidente, 

Saludo a mis compañeros legisladores, y doy la bienvenida a los diputados constituyentes e invitados especiales que nos acompañan el día de hoy en este recinto parlamentario. 

Hoy, conmemoramos el centenario de nuestra ley fundamental y con ello, reconocemos también a los constituyentes de 1917, quienes unieron el pensamiento reformista y progresista, que garantizaría y velaría por los derechos sociales y fundamentales de los mexicanos.

El 5 de febrero de 1917 surgió nuestra última y actual Constitución Política, norma suprema de todo nuestro ordenamiento jurídico, tras largas y dolorosas luchas, producto de la revolución mexicana, que debió transitar hacia la pacificación de todo el país, con la intención de establecer un nuevo orden legal y legítimo. 

Ante la necesidad de reorganizar la nación y encausarla por la senda de la justicia y el derecho, como único medio de cimentar la paz y las libertades públicas, se enfrentó el desafío de institucionalizar la vida política nacional y reestablecer el tejido social. 

La justicia social fue la característica fundamental que enarboló la Carta Magna. Gracias a ella, nuestra Constitución Política, durante mucho tiempo, gozó de amplio reconocimiento nacional e internacional. 

Ese reconocimiento de origen, se lo dieron postulados como: Estado Federal, republicano, democrático, representativo y bicameral (art. 40), soberanía popular (art. 39), división de poderes (art.49 y 116), propiedad de la nación, las tierras, las aguas, los recursos naturales, el subsuelo y el espacio aéreo.

Al igual que, la rectoría del Estado en materia económica (art. 26, 27 y 28), el municipio libre como base de la organización política y administrativa de los estados (art. 115), la educación laica y el desconocimiento de la personalidad jurídica de las iglesias (art. 3, 5, 27 y 130), así como el Estado social de derecho individual, y colectivo, a favor de los trabajadores y campesinos. 

La vocación garantista de nuestra Carta Magna, por artículos como: el 3, relativo a la educación laica, gratuita y obligatoria; el artículo 24, sobre la libertad de culto, el 130 relativo a la separación de funciones entre el Estado y la iglesia. 

Y el 123, sobre los derechos laborales, dieron muestra de la innovación de nuestra Constitución Política, al aportar a los mexicanos el reconocimiento de los más altos derechos inherentes a todo ser humano. Por ello, fue sin duda como se ha reconocido, la primera Constitución Social del Siglo XX.

Hoy a 100 años de distancia, en la conmemoración de este Centenario, no podemos perder de vista que durante las últimas décadas la clase política, ha dado la espalda al espíritu original de nuestra Constitución Política, al alejarse con más preminencia en la última década, del sentir y exigencias más apremiantes de la población. 

Si partimos del hecho que una Constitución Política es el origen sobre el cual se fijan los anhelos y las aspiraciones colectivas de los ciudadanos, mismas que el Estado debe defender, hoy vale la pena preguntarnos ¿si nuestra actual Carta Magna, --la más alterada del mundo con 699 reformas y casi un millar de modificaciones a 114 de sus 136 artículos--, recoge las necesidades, deseos y aspiraciones del grueso del pueblo de México? 

Por ello, en esta conmemoración, a nadie debe de escapar, como lo ha señalado nuestro Grupo Parlamentario en la Cámara de Diputados, que parte de la desesperanza y decepción de la ciudadanía con las instituciones y sus autoridades en los últimos tiempos, es atribuible, en gran medida, al fracaso y a los errores en la instrumentación de las reformas estructurales, las cuales recalco Movimiento Ciudadano votó en contra. 

Veamos, por ejemplo, una reforma educativa que generó confrontación y crispación social antes que una transformación del sistema educativo nacional; una reforma energética que ha sido profundamente ineficiente y decepcionante incluso para sus propios impulsores; una reforma fiscal que no ha servido para redistribuir la riqueza y combatir las desigualdades. 

Estas reformas estructurales emprendidas bajo un pacto denominado “por México” deben llevar a preguntarnos si se hizo lo correcto, si se enmendó la Constitución con miras a un proyecto de nación incluyente, exitoso y democrático, o si nuestra actual Constitución Política, ha sido simplemente objeto de manoseo por los poderes fácticos e intereses partidistas, abonando a la ruptura entre los anhelos de los ciudadanos y las instituciones. 

En este contexto de lapidación del espíritu original de nuestra Constitución Política, enfrentamos también hoy, el reto de una nueva relación bilateral con el principal socio comercial y vecino del norte de nuestro país. 

Ello implicará, sin duda y como ya lo hemos manifestado reiteradamente, no solamente la construcción de una nueva relación con ese país, --que impactará de manera global, en el desarrollo económico y futuro político de nuestra nación--, sino también, por qué no, una oportunidad para modificar, en lo que haya lugar, nuestra Constitución Política. 

El centenario de la promulgación de nuestra Ley Fundamental, es la oportunidad para reflexionar y revalorar nuestro pacto social original. Hoy, en estos tiempos difíciles, en el escenario internacional y nacional, es necesario retomar los fundamentos que dieron origen a la Carta Magna de 1917. 

En Movimiento Ciudadano valoramos y reconocemos la Constitución Política de 1917, sin embargo, estamos seguros de la necesidad también de adaptarla a la nueva realidad nacional, para caminar hacia una nación más emprendedora y moderna.

Debemos apelar a la prevalencia del Estado de derecho, a mantener viva la esperanza en los ciudadanos de que podemos consolidar un régimen verdaderamente democrático, participativo y republicano, a creer que podemos y debemos hacer del progreso económico la base de la justicia y la equidad social, sin tener que depender de circunstancias o factores externos. 

Es el tiempo de la unidad nacional y de transformar a nuestro país, privilegiando el entendimiento con la sociedad. 

Fortalezcamos nuestra encomienda legislativa y con la participación ciudadana sigamos construyendo un México que sea el orgullo de las generaciones actuales y futuras. 

Es cuanto, Diputado presidente.