Benito Juárez; legado de una nación

Benito Juárez; legado de una nación

 

La relevancia de conmemorar año con año el natalicio de Benito Juárez va más allá de la oportunidad para tomarse las vacaciones del “puente” que por lo general se otorgan a raíz de la celebración de ésta fecha; es bueno saber quién fue en realidad éste mítico personaje de la historia mexicana y qué fue lo que hizo para merecerse un lugar importante en nuestro calendario nacional de días feriados.

Benito Juárez García nació el 21 de marzo de 1806 en San Pablo Guelatao, Oaxaca y que, huérfano de padres ingresó al seminario en 1821 por sugerencia de su Padrino Don Antonio Salanueva, quien lo instruyó y educó durante su infancia, para más tarde concluir sus estudios de Jurisprudencia en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca en 1834.

A lo largo de su vida desempeñó cargos como el de Abogado en defensa de las comunidades indígenas, encargado del Aula de Física del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, rector del mismo instituto, Regidor en el Ayuntamiento de Oaxaca, Diputado Local del Estado de Oaxaca, Gobernador del Estado, Presidente de la Suprema Corte de Justicia y  más tarde Presidente de la República Mexicana.

Sus ideales lo llevaron a prisión en múltiples ocasiones y aunque su propuesta por México le costó el exilio durante la administración del presidente Santa Anna, su perseverancia lo guió a no rendirse ante México y a regresar del exilio con la iniciativa que le dio un giro a la historia de la República Mexicana; la creación de las Leyes de Reforma.

Dichas Leyes, realizadas en conjunto con Juan Álvarez e Ignacio Comonfort, se incluyeron en la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857. En ellas se establece la enajenación de los bienes no aprovechados de la Iglesia, se separa la intervención de la Iglesia y el Ejército en asuntos civiles, se eliminan los pagos de derechos a parroquias por parte de los pobres, entre otras tantas que fungen hoy como piedra angular para un México con más igualdad.

Juárez defendió los intereses nacionales a capa y espada, aun cuando los conservadores traicionaran a la Patria trayendo a México en 1864 a Maximiliano y Carlota de Habsburgo en calidad de Emperador y Emperatriz de la Nación. Con el siguiente párrafo de la carta redactada por Juárez a Maximiliano, el Benemérito de las Américas describe sin quererlo, múltiples y aún vigentes episodios de la historia:

Es dado al hombre, atacar los derechos ajenos, apoderarse de sus bienes, atentar contra la vida de los que defienden su nacionalidad, hacer de sus virtudes un crimen y de los vicios una virtud; pero hay una cosa que está fuera del alcance de la perversidad, y es el fallo tremendo de la historia. Ella nos juzgará”. – Benito Juárez en su Carta a Maximilano 1864.

Benito Juárez personifica la determinación de llevar a cabo una transformación social humanista, trascendente y duradera, a pesar de la oposición de los grandes intereses afectados tanto internos como extranjeros, aún a expensas de arriesgar la vida. Su gesta es un ejemplo de una voluntad inquebrantable fundamentada en la legalidad y en la defensa del Estado de Derecho para generar así condiciones estructurales y sociales que son el asiento de nuestro marco legal como nación. Hasta el día de hoy este legado se honra y se conmemora por su importancia y su impacto en nuestra sociedad a 150 años de distancia.

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